31 mayo 2006

Lola III

Creo que es el viento norte, que lleva un par de semanas instalado en el valle, el que colapsa mis ideas y no me deja escribir.
El viento no tiene la culpa de todo, claro está, pero me enfría la cabeza y el cuerpo de tal manera que me paraliza ante el ordenador de casa sin dejarme escribir ni una palabra.
Quiero gritaros: -sigo aquí! Pero mis dedos no se mueven.

Ayer me tumbé en la cama dispuesta a continuar el libro más americano y femenino que he leído nunca. Casi lo termino, pero me quedé dormida. Ni siquiera me había desvestido.
Me he despertado por el olor a café. No me ha extrañado que la casa oliera a café hasta que he reparado que el gato no sabe poner la cafetera.
Lola me había preparado un desayuno impresionante: café con leche, yogur de soja, zumo y tostadas con mantequilla.
Tengo los ojos hinchados y veo borroso, así que voy al baño, me lavo la cara, me pongo las lentillas, me quito la ropa y la meto en el cesto de mimbre. Me pongo los pantalones de estar en casa, esos rojos de algodón con los que nunca saldría a la calle, y vuelvo a la cocina.
Lola sonríe y me da un beso en la mejilla. Está preciosa, morena y con algún kilo más, desborda la alegría serena de quien va camiando hacia su meta sin prisa pero avanzando.
Tengo el estómago encogido esta mañana, pero hago un esfuerzo por comer algo de lo que Lola ha preparado.
Me dice que ha venido porque no daba señales de vida. Le había asustado la ausencia de palabras nuevas en el blog. Le cuento mis últimas semanas de vida y me cuenta la suya mientras cepilla al gato.
-No te dejes, te estás dejando y no me gusta verte así- me dice con voz segura y tierna.
Sonrío y me defiendo, consciente de que no tengo recursos, atacando:
-No hace tanto que la situación era al revés, yo te cuidaba y tú sólo querías abandonarte.
-Por eso estoy aquí, para que no te abandones.
Aparco mi actitud de contraataque cuando me dice que se queda unos días. Me voy a la ducha feliz.
El viento norte hoy es más frío, pero ya no me siento paralizada.

06 mayo 2006

Gotas

De vez en cuando, cojo un mapa de Belagua entre las manos. Para saber que todo es real, que existo y vivo en esta zona. Un mapamundi no sirve, sería hundirse como una gotita en el océano. Errar me convierte en gota, es entonces cuando miro el mapa intentando flotar y llegar a tierra firme.
Hay veces que me equivoco, otras que la fastidio y otras que me caigo con todo el equipo, que no es que me guste mucho esa expresión (por lo futbolístico) pero es por no decir que la cago.
Y según deslizo en el mapa el dedo por el valle, despacito y sin forzar, me voy secando y sintiéndome más un arbustillo que una gota inundada por más gotas y mucha sal. Son esos días en los que hago el crucigrama con el lápiz, de pura inseguridad, y luego espabilo, cojo el boli, continúo rellenando casillas y si me recupero del todo, lo acabo con pluma, emborronándose todo cuando ya no me importa el crucigrama ni la goma de borrar los errores.

04 mayo 2006

Pasen, vean y opinen

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Felicidades mamá osa

Atrás quedaron los tiempos en que cada tarde de escuela querías hacer la maleta y volar a Argentina. Atrás están, para el recuerdo entre risas, los julios de caracoles y dunas, los agostos de paseos y deberes. Atrás atrás, muy lejanos, quedaron los domingos de oscuridad, silencio y manzanillas; los lunes de puesta a punto del uniforme, los martes noche de lectura silenciosa y contar pasos, los sábados de limpieza rutinaria, los silencios abundantes todo el día.
Todo eso es ya muy lejano, antes de que tú nacieras. Viniste, por fin al mundo, a los cuarenta y muchos pocos. Entonces yo cumplía la mayoría de edad y tú celebrabas los quince. Hoy celebramos tus veinte, porque eres sabia ya, para cumplir los que quieras, para reírte del mundo, para aprender sin temores, para enseñar sin vergüenza.
Mamá osa, eres mi heroína. De mayor quiero ser como tú.
Felicidades. Te quiero.