29 septiembre 2006

¿Alguien ha visto a Lola?

Me acompañó en el viaje de ida y vuelta de Prioro, cuando casamos a un gran Corleone (y ya quedan menos, o quedamos). El caso es que se volvió conmigo y no la he vuelto a ver.
Repaso mis últimas conversaciones con ella, y admito que no la he tratado demasiado bien, porque hay contestaciones que duelen, y que se deben omitir aunque se piensen, hay contestaciones que apuñalan y, depende quién te las dé, hasta se acaba el mundo. Y ahora que he comprobado todo esto, sé que me he pasado con ella en más de una ocasión.
En el último viaje, por ejemplo, yo estaba crecidita, había pasado con mi hermano unos días, y eso es para celebrarlo, porque no sé cuándo fue la última vez que estuvimos dos días juntos en Prioro. Ir tan de vez en cuando y comprobar que la gente te sigue queriendo, es algo especial. Pero Lola sabía que el subidón iba a durar lo que tardara en llegar a Isaba, y al decírmelo me puso al instante los pies en el barro, le dije que si venía a amargarme la vida ya sabía hacerlo yo solita. Y esa fue la última vez que la ví. Lola es para mí, más que el Unicornio Azul para Silvio.
Lola, si me lees, espero que me perdones, o, por lo menos, que me digas que estás bien.
Quizás esté con alguno de vosotros, alegrándoos la vida y la rutina, si es así, por favor, avisadme, estoy preocupada.

26 septiembre 2006

Me invaden la cabeza enormes telarañas.
Atrapan sensaciones que no creo que sienta más que en sueños.
Me atrapan y me agarran pero aún puedo comer y yo me suelto.
No estoy tan débil para dejarme morir por tonterías.
No estoy tan débil para dejarme matar sin más ni más.
Escribo tragedias sin sentido.
Porque ni me muero ni me matan,
pero vos ya sabés porqué lo escribo.

15 septiembre 2006

En el aire

Ya no pongo fotos en el blog porque no veo.
Como el agua del río cuando llueve.
Como el agua de mar cuando hay tormenta.
Todo turbio.
Y esperando estoy a que el tiempo se aclare y me despeje.
Que aún no es otoño y ya parece invierno.
Que no termina el verano y ya sueño en primaveras.
Es difícil vivir en el aire.
Tengo una nube para cada cosa
Y ahora todas llueven a la vez.
Ellas se deshacen y yo en el aire.
Se visten de gris y yo de negro.

Se tiñen las entrañas en el suelo,
se ensucian las palabras al decirlas,
no puedo fiarme de las nubes,
no puedo fiarme ya de nada.

05 septiembre 2006

Costumbres

Aún no me he acostumbrado a la emancipación del gato, y cuando abro la puerta de casa, lo hago con cuidado y mirando al suelo, como si me lo fuera a encontrar. No sé si es costumbre, añoranza, o las dos cosas.
Anoche entré en casa y el gato no estaba, como cada día desde hace un par de meses. Me acosté y empecé a leer. Entonces apareció Lola, justo en el momento en que el libro me estaba pareciendo insoportablemente triste. Se tumbó a mi lado, cogió el libro y lo cerró mientras hablaba: - en la argentina madrileña, no hace mucho escuché esta conversación:
Viví sin demasiado sentido, sin énfasis. Y cuando por fin hise de la vida una costumbre, llamó la muerte a mi ventana y salí por la puerta sin mirar atrás. Ella no me persiguió, entonses empecé a vivir de verdad. Aterrisé en el madrid argentinoide, un caos más pequeño que Buenos Aires. Cambié hermano, cambié mucho. Ya no me acostumbro a nada, porque nunca se sabe. Rechaso contratos indefinidos. No busco el amor, sino la pasión. Vivo acá sin descartar el vivir allá mañana. Los amigos sí son una constancia, pero no una rutina. Lo que creía imprescindible antes de que ella aparesiera, ahora me parese innesesario. ¿y a vos, qué le trajo para acá?
Allá no tenía residensia fija, era un loco desarraigado en todos los sentidos. Lo mismo trabajaba de sol a sol, que me pasaba seis meses de un lado para otro hasiendo nada. En una de esas temporadas de inapetensia, la muerte llamó a mi puerta y yo me escapé por la ventana. Tras una época de reflexión, desidí que este lugar me gustaba para vivir, así que busqué un trabajo estable. Me enamoré y vivo en pareja, pensando ya en tener criaturitas. Disfruto de una estabilidad deseada. Allá creía que sabía vivir porque nada me ataba, ahora en cambio, siento ciertas costumbres como privilegios.

- No te quedes con ningún modo de vida, elabora la tuya. Déjate llevar a la vez que reflexionas sobre lo que haces y quieres hacer, y trabaja para que ambas cosas coincidan.
-¿Quién te pidió consejo, Lola?
-Tus ojos, niña. Ver tus ojos vacíos cuando los he visto tan repletitos de energía, ellos me lo pidieron.
-Me voy de boda, ¿te querés venir conmigo?- pongo tono de niña argentina.
-No hace falta que me cameles, te acompañaré en el viaje. Cantaremos juntas.