16 junio 2007

Lola sigue en Isaba. Intenta cuidar de mí pero yo no me dejo demasiado.
Mi vida es camping, así que tampoco le veo demasiado. Me mira de un modo que me hace sentir culpable. El gato y ella se compinchan con miradas y hablan sin emitir sonido. Me arropa cada noche mientras me pide en silencio que me dosifique. Mañana me hago vieja y yo sin vivir.
Lola sigue en Isaba pero es como si no estuviera. 
No le dejo estar, le ignoro. Ella persiste en su actitud calmada y serena.
Le agradezco sus intentos y, por momentos, me puede. 
Quiero que me gane esta partida porque sé que tiene razón, que tengo un límite.
Lola, sigue en Isaba, y yo, se lo agradezco.

No hay comentarios: