16 julio 2006

A veces imagino: de repente, no estamos. El camping desaparece y nosotros con él. Un hueco en el kilómetro 5 obliga a llegar de un salto al 6, y en medio, la Nada. Y nosotros perdidos en ella.
Saldría en las noticias como el rayo de Prioro. Vendrían periodistas a Isaba. Viendo la tele descubriríamos que nos quiere todo el mundo, hasta los que no conocíamos ni de vista. Seríamos todos como aquel caballero del cuento: amorosos, generosos y bondadosos.
Y así estoy, en medio de una Nada que se crea cada verano. Y todos dicen que soy bondadosa, generosa y amorosa, desde el tiempo lejano y la distancia ya perenne, desde el recuerdo somnoliento de algunos buenos momentos.
Cierro los ojos y te escucho:
-No hay nada, no hay nadie imprescindible.
-No hay nadie como tú.- le paso una lata de cerveza intuyendo ya una noche de conversación.-Siempre me recuerdas lo que me queda por aprenderme.
-¿Cómo te encuentras?
-Si estás aquí es porque lo sabes.
-Te siento dispersa. Hace mucho que no compartes el cielo conmigo.
-Hace mucho que no comparto nada con nadie.
-Hace mucho que me guardo las ganas de pegarte un bofetón.
-Hace tiempo que me lo merezco.-Le sonrío con tristeza porque es cierto. Le paso mi cigarro para que se le pasen esas ganas y quiera seguir mostrándome lo tonta que estoy.
Lola se apoya en la mecedora y se impulsa suavemente, cambia el tono de voz. Me mira unos instantes y me lleva la mirada hasta el cielo. El gato se acomoda en su regazo. Cierra los ojos, así que cierro los ojos.
-No puedes ocultarte en recovecos de tí misma.
-No puedes pedirme que no lo haga, al menos, de vez en cuando. Me disperso en momentos de ansiedad incontrolables, en los instantes en que no veo un futuro. Siempre que compro los periódicos y leo un tratado de paz y veinte guerras.
Mira y me silencia, porque ella es paz y no discordia.

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